Debo decir que mi relación con mis primeros contactos en Ariel comenzó muy bien. De hecho creo que soy el único autor, que llegó a una cuarta edición en Ariel Comunicación, al menos eso me dijeron. Fue con mi libro “Estrategias de Comunicación” (2001). Contento como estaba volví a publicar con ellos en el 2009. Pero aquellas personas fueron sustituidas y llegaron otras y otras. Y con ellas esta crisis que quiero contarle.
No suelo meterme en problemas internos de mis colaboradores. Y seguí el contacto con otros interlocutores. De hecho, Ariel fue absorbida por Planeta. Y si lo sé es solo por el membrete de las cartas que recibo: donde antes ponía Ariel ahora pone Planeta
Las cosas empeoraron. Unos meses después a la pésima distribución se unió la destrucción de ejemplares. Me informaron que iban a destruir varias docenas de volúmenes supuestamente dañados. Me opuse formalmente: si había ejemplares dañados que me los entregaran para que yo pudiese donarlos a lectores con pocos recursos. Me contestó la Directora de la Editora asegurándome que así se harían y que no los destruirían. Pero en el balance de cuentas del copy righy de ese año apareció una sección de “ejemplares destruidos”. La directora ya estaba fuera de la empresa y, por lo que se ve, su palabra también. Desde ese año persisten estas irregularidades en la liquidación de cuentas.
Los que me conocen saben que prefiero una mala negociación a una confrontación. Y por eso me he ofrecido a dialogar y buscar una solución amistosa. En principio reaccionaron bien. Me dijeron que ya me avisarían cuando viniesen a Madrid para poder reunirnos, pero sigo esperando…
Pienso que si Vd., amigo lector, es también autor me comprenderá. Lo normal es que los escritores y sobre todo los escritores de temas académicos no esperemos hacernos ricos, sería un vana esperanza. Y si escribimos es simplemente con la ilusión de que nos lean. Buscamos una editora supuestamente adecuada y la vemos como una asociada. Y duele cuando todo ocurre al revés y reacciona como una enemiga.